Paciente, agradable, cariñosa y empática, tiene el don de acoger a la gente, unir y crear comunidad. Líder carismática y especialista en organizar saraos. Apasionada de las plantas, ha creado su propia jungla en la escuela.

Comenzó a muy temprana edad su formación en danza clásica, completando una carrera de 10 años de danza profesional y 4 años en pedagogía de la Danza. Cuando conoció el Lindy Hop, descubrió una manera de bailar completamente distinta, un modo de expresarse mucho más libre y divertido, en el que la disciplina y la técnica quedan en un segundo plano. En 2021 con mucho esfuerzo e ilusión abrió la escuela Shimmy Roots creando un espacio abierto a compartir y disfrutar, dónde todo el mundo es bienvenido.

Para ella la danza significa: conocerse a uno mismo, aprender a escuchar, comunicarse con otras personas y disfrutar el momento. Ella cree que el Lindy Hop es un baile callejero, libre de fronteras y límites.

“Ser un buen bailarín no va de habilidades técnicas avanzadas o de cuantos pasos puedes hacer, sino de si te atreves a sentir y poder expresarlo a través de un baile. ¡Un buen baile te hace sonreír!”

Ritmo, energía y locura caracterizan la forma de bailar y enseñar de Carlos. Amante del eneagrama y los gatos, escalador empedernido y bailarín en el poco tiempo que le queda libre.

En 2015 descubrió una de sus pasiones, el Lindy Hop, y junto a Isabel comenzó a impartir clases en Valencia y Albacete, ayudando a crecer la escena de baile en su ciudad. Ha asistido a diferentes festivales y workshops internacionales como alumno y profesor.

Para él, el swing es más que un baile, es una forma de comunicarte con otras personas y continuar creciendo.

Divertida, polifacética, dulce, simpática y sociable, siempre dispuesta a todo lo que haga falta para crear y ayudar al equipo. Diseñadora de carteles, peluquera, cantante en la ducha y la última en salir de la pista de baile.

Descubrió el Lindy Hop en 2016 gracias a un intensivo realizado por Isa y Carlos y ya nunca dejó de sonreír bailando, comenzó a impartir clases en 2021 formando parte imprescindible de Shimmy Roots.

Para ella, este baile es su terapia.

Empático, cercano y amable, consigue hacer comunidad desde el momento que entra por la puerta. El número de veces que se hace el moño durante un baile es una incógnita aún por resolver.

Empezó bailando Lindy Hop en 2015, como un reto de expresión corporal y búsqueda de nuevas sensaciones, hasta darse cuenta que su camino estaba ligado a formar parte de esta gran familia y ser pieza fundamental de Shimmy Roots.

Para él bailar consiste en transmitir y conectar de forma sincera, sin importar que hay más allá.

Dulzura, simpatía y sensibilidad son las palabras que nos vienen a la cabeza los que la conocemos de cerca. Si no está en la pista de baile, podrás encontrarla de charleta sin parar con cualquier persona.

Sus primeros pasos con el swing fueron en Barcelona y tras unos años de parón, retomó su pasión por el Lindy Hop en 2017, desde entonces no ha parado de girar.

Amante del cambio de rol, bailar es para ella una forma de expresión y comunicación, con la que no puede dejar de sonreír.

Competitivo, cariñoso y perfeccionista son rasgos que definen a Fran. Lo verás quedarse el último en todas las fiestas y participar en todas las competiciones, si no lo ves en una, preocúpate, algo pasa.

Su pasión por la danza empezó a la edad de los 15 años con danza urbana, Popping y Krump. 10 años más tarde descubrió el Lindy Hop en su ciudad y se enamoró.

Para él, bailar es la mejor forma de expresar felicidad, desconexión y cura mental que existe. Es el momento en el que más presente está y en el que por unos instantes el mundo se paraliza.